8 pen., de tal modo que sólo a este precio (muy inferior a su valor individual) pudiera arrojar la ganancia usual, tendría, caso de que no pudiera satisfacerse de otro modo la demanda, que fijarse el valor del bushel en 7 chel. y 8 pen., y el precio de demanda de I excedería, en este caso, de su valor. El de II, III y IV se halla ya por encima de su valor individual. Y subiría todavía más. Pero, si hubiera que presuponer importación de trigo, que bajo ninguna clase de circunstancias toleraría aquella fijación [de precios], podrían, no obstante cultivarse [las tierras de] I′, de no encontrarse arrendatarios que se contentasen con menos de la ganancia media. Esto ocurre constantemente, tanto en la agricultura como en la industria. E, incluso en este caso, lo mismo que si [las tierras de] I′ arrojara la ganancia media, podría pagarse renta de la tierra, pero ésta representaría [, ahora,] un descuento sobre la ganancia del arrendatario. Y si tampoco esto fuese factible, podría el terrateniente arrendar la tierra a cottiers , [104] para quienes lo importante, como para el hand-loom-weaver [105] es, fundamentalmente, sacar su jornal, dejando al dueño de [87] la tierra el excedente, sea grande o pequeño, bajo la forma de renta de la tierra. Este excedente podría ser, a su vez, como en el caso del hand-loom-weaver , un descuento, no sólo del producto del trabajo, sino del salario . En todos estos casos, cabría la posibilidad de una renta de la tierra. En un caso, ésta representaría un descuento sobre la ganancia del capitalista. En el otro, el terrateniente se apropiaría el plustrabajo del obrero, que de otro modo se habría apropiado aquél. En este caso, viviría sobre el salario del obrero, que es lo que suelen hacer los capitalistas. Pero la producción capitalista en gran escala sólo es posible allí donde la última tierra cultivada arroja, por lo menos, la ganancia medía y, por tanto, el valor de I suministra a I′, cuando menos, el precio medio.
Como se ve, la distinción entre valor y precio medio resuelve sorprendentemente el problema y demuestra que tienen razón tanto Ricardo como sus adversarios. (27)
//XI-490/ Si la única tierra cultivada fuese I, la tierra que arroja la renta de la tierra absoluta, ésta vendería el bushel de trigo por su valor, a razón de 6 chel. y 8 pen. o 6 6/9 chel., sin rebajarlo al precio medio de 6 1/9 chel. o 6 chel. y 1 1/2 pen. Si aumentara la demanda, si toda la tierra del país fuese de la misma clase y la tierra en cultivo se decuplicara, tendríamos que, como I produce 10 £ de renta por cada 100 £, la renta aumentaría a 100 £, aunque existiera una sola clase de tierra . Pero no aumentaría en cuanto a la tasa o la cuantía, ni con respecto al capital desembolsado ni con respecto a la tierra cultivada . [Lo que ocurre es que] se cultivarían diez veces más acres [de tierra] y se desembolsaría un capital diez veces mayor. Se trataría, pues, simplemente, de un aumento del volumen, de la masa de las rentas , y no de la cuantía de éstas. La tasa de renta no disminuiría, pues el valor y el precio de los productos agrícolas seguirían siendo los mismos. Como es natural, un capital diez veces mayor puede rendir una renta diez veces más grande. Y si, por otra parte, se invirtiera un capital diez veces mayor en la misma área de tierra, con el mismo resultado, seguiría siendo la misma la tasa de la renta, comparada con el capital invertido; aumentaría [el volumen de la renta] en proporción a la misma superficie de tierra, pero la tasa de ganancia no cambiaría en lo más mínimo.
Pero, supongamos que el cultivo de I resulte más fructífero, no porque cambie la tierra, sino porque se invierta más capital constante y menos capital variable, porque [se destine] más capital a máquinas, caballos, abonos minerales, etc., y menos a salarios; [en estas condiciones,} el valor del trigo se acercaría a su precio medio y al precio medio de los productos